viernes, 10 de marzo de 2017

ESE SILENCIO

Llámalo tú, Gregorio. Hazme el favor de llamarlo al móvil otra vez, que no responde, y están diciendo por la radio que se han producido unas explosiones en varios trenes. Aunque a estas horas son muchos los que circulan, y no tiene por qué haber sido precisamente en el que iba él. Mucha casualidad sería ésa, ¿verdad, Gregorio?

A lo mejor se ha dormido. Desde que sale con esa chica, se acuesta muy tarde. Pero se le ve muy contento con ella.

Cómo pasan los años. ¿Te acuerdas cuando llegamos del pueblo y empezamos a vivir en las casitas bajas? Cuatro paredes de cualquier forma y un techo de uralita. Sin luz siquiera, al principio. Hasta que, con las horas extras de la fábrica y las casas que yo limpiaba, pudimos ahorrar algo y meternos en el piso, donde ya tuvimos al hijo. 
¿Recuerdas qué alegría más grande cuando nació? Con aquella alcobita que le pusimos en el piso recién estrenado. Luego, cuando creció y sacaba tan buenas notas, siempre tuvimos la ilusión de que siguiera estudiando. Y al final, ya ves, gracias a la beca se nos ha hecho ingeniero agrónomo. Aunque se tuvo que sacrificar mucho, el pobre; que a veces se pasaba los días enteros en su habitación, afanado en sus libros y en aquellos papeles que yo no era capaz de leer, cuando me daba por husmear entre ellos. 
Dicen por la radio que uno de los trenes que ha reventado es el del Pozo. El del Pozo del Tío Raimundo, Gregorio. Llámalo, hazme el favor; que a mí no me lo coge. 
Ya sabemos que trenes hay muchos, y los de la radio no tienen por qué referirse precisamente al que coge él para ir a Atocha, a su puesto en el Ministerio de Agricultura, donde nos llevó aquella tarde. Y yo tan contenta y tan orgullosa, cuando vi aquel despacho tan grande, con su nombre puesto en la mesa.
Tú lo convenciste para que dejara el coche. Porque el tren es rápido y cómodo, con su parada en la estación del Pozo, a cinco minutos de nuestra casa, donde él se puede quedar todo el tiempo que quiera. Aunque ya sabemos que cualquier día de estos se nos va, y más ahora, con novia. Es ley de vida. 
Llama otra vez, Gregorio. Hazme el favor de llamarlo al móvil otra vez, que a mí se me para el aliento cuando oigo ese silencio.”
Francisco de Paz Tante 


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