Al ver este cuadro de Picasso, titulado "Pareja de pobres", he
imaginado una historia (actual), en esta Navidad, para estos ojos de
desolación:
Con el paro
pertinaz y sus secuelas de ruina y pobreza, no pudieron evitar los impagos y el
desahucio. Por eso tuvieron que aprender a transitar por las sendas de los
mendigos, y a cobijarse en los edificios abandonados de las zonas más
deterioradas y umbrosas de la ciudad vieja. El hambre y la desolación las
aliviaban en un comedor social, donde bullían los pucheros de la lástima, para
ofrecer raciones de sopa y humanidad a quienes la mala vida o el infortunio los
habían arrumbado a la indigencia y a las cunetas del porvenir.
Como
no tenían calefacción, y el frío, como un aliento de nieve, se colaba por las grietas
y ventanas desvencijadas de la casa que habían ocupado, algunos días de aquella
Navidad los pasaban en una taberna donde les dejaban calentarse y beber vino a
cuenta de unas ayudas que estaban gestionando. Así permanecían aquella
noche en que la gente celebraba el año nuevo, el futuro que auguraban aquellas
campanadas que ellos oyeron sentados, en silencio. Luego él se arrimó a ella,
para que sintiera su abrazo y su desolación, mientras ella, con los relumbres
fríos de una escarcha invernal, miraba a la gente que celebraba el año nuevo,
el futuro del que ellos se sentían despojados.
Francisco de Paz Tante