
Aunque son muchos los que se acercan a mí
cuando recorro el paseo marítimo con mi bastón blanco y mis cupones de ciego, a
ti te reconozco enseguida, por tu aroma a mar, a sal, a pelo húmedo. Sólo son
unos segundos en los que percibo el soplo de la brisa de tu aliento, de tus
palabras y de tu sonrisa abierta a la tarde tibia, mientras me das la moneda y
siento el roce de tu piel, de tu mano, como la breve caricia de una ola que
lame la playa.
Algún día te hablaré, para decirte que te
asomes al mar de mis ojos ciegos, de donde surges cada tarde, cuando percibo tu
aroma salobre, tu brisa de sirena recién emergida.
Francisco de Paz Tante
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar tu comentario.