EL VIAJE DE LAURA
Sigues callada, Laura. Encerrada en tu
silencio, y con esa tristeza que a veces te rebosa por la mirada siempre
repleta de brillos y humedades.
Aunque, cuando hemos llegado a la
estación, se te ha escapado una sonrisa, al darte cuenta de que salíamos de
viaje, en este autobús tan lujoso, tan distinto de aquel otro en que nos fuimos
a Madrid los tres. ¡Qué jóvenes éramos entonces! ¡Y Miguel qué pequeñito! ¿Te
acuerdas, Laura?